Son espacios idóneos para el intercambio de ideas y, como tales, pueden ayudar al individuo a cotejar sus propios esquemas de pensamiento con los de otros. Para llegar a estos objetivos se deben cumplir con ciertos requisitos, entre los que se encuentran: un planteamiento del tema que sirva de motivación, un moderador que dé seguimiento activo al intercambio de ideas, un grupo de estudiantes comprometidos con el proyecto y un contexto educativo que provea las herramientas necesarias para llevarlo a cabo, y el conocimientos de las normas de netiqueta. En suma, se requiere de una estrategia completa que considere todos los aspectos que entran en juego dentro de su desarrollo.
Para utilizarlos debemos seguir los siguientes pasos: a. Diagnóstico: elegir un problema; recoger información; analizar sus causas y consecuencias; ver sus relaciones con otros problemas; b. Planificación: sobre las acciones a ejecutar. ¿Qué?; la forma en que queremos realizarla ¿Cómo?; las personas que van a participar ¿Quiénes?; los recursos que necesitamos ¿Con qué?; el tiempo que nos va a llevar ¿Cuándo?; c. Ejecución: disponer los recursos necesarios; realizar las acciones planeadas; Informar a la comunidad; garantizar los contactos necesarios con otras instituciones u organizaciones; respetar los plazos previstos en lo posible; d. Evaluación: Comparar lo planificado con lo que realmente se hizo, mediante una rúbrica de evaluación.
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